Mapa mental sobre la infoxicación (fuente) |
Sobredosis
Actualmente nos vemos inmersos
en una corriente fortísima de información. Desde tiempos de la Ilustración, el flujo de información que recibe la sociedad ha ido
aumentando exponencialmente, llegando al punto álgido con Internet y
las nuevas tecnologías. Lo que resulta difícil hoy en día no es
acceder a la información, si no que esta información sea honesta,
objetiva y ausente de intereses ocultos. De hecho podríamos decir
que
nuestra sociedad sufre de
sobredosis informativa.
Realmente hoy día, el
auténtico trabajo reside en cribar lo que se lee, conocer las
fuentes e investigar los inversores/lobbies implicados en esta
información. Siempre hay alguien que mueve los hilos, y es
importante saber quien es el titiritero.
A modo de ejemplo y a
propósito de la literatura científica, existen más de 40.000
revistas; y se ha calculado que cada día se publican tantos
artículos científicos que para que una persona pudiera leerlos
harían falta unos diez años…. Es decir, en un año se genera tal
cantidad de publicaciones científicas que para leerlas, sin
comprenderlas siquiera, harían falta 3.650 años. Por no mencionar
la cantidad de blogs, periódicos y otros . Supongo que ahora
comprende el lector
por qué digo que sufrimos una
sobredosis informativa. ¿Qué consecuencias tiene?
A
mi modo de ver la consecuencia más evidente de tales flujos de
información es una saturación, sobre-estimulando al individuo hasta
neurotizarlo hacia la infofilia y/o la infofobia.
Infofilia
En nuestros tiempos la
infofilia suele ir ligada a la especialización. Lo cual nos ha
permitido extender los conocimientos de forma rápida y continua, de
forma lineal; pero ha tenido sus repercusiones Y una de las
consecuencias es la especialización extrema. Y es que, a veces, la
especialización no es la mejor estrategia. Cuando se te incendia la
cocina, no tiene mucho sentido estudiar los retardantes de llama.
La especialización ha
contribuido a la acelerada compartimentalización del conocimiento,
haciendo la integración de cada rama una tarea ardua. En cierto
modo cuesta más cambiar de paradigma, somos conscientes de hay
muchas cosas que podrían arreglarse, pero "pocos" nos
implicamos en solucionarlo. Y no me extraña,
la escala de tal propósito es
abrumadora. Requiere de una multidisciplinariedad y transversalidad
extraordinarias. Para ello nos sobran expertos, currículos
monocultivados, eruditos en la materia parapetados en visiones
reduccionistas, atrincherados en un campo en donde son peritos. En
cambio nos faltan sabios, pensadores horizontales, gente capaz de
integrar los conocimientos generados por cada rama del conocimiento.
Miradas capaces de hacer una evaluación equilibrada, con respeto hacia todas la sensibilidades y visión con amplias perspectivas. Algo que
pueda inspirar y ejecutar un cambio de paradigma. Es sabido que
muchos de los grandes descubrimientos o nuevas disciplinas surgen de
las interfícies entre especialidades, de la multidiciplinariedad.
Creo haber citado anteriormente la frase de Einstein donde reflexiona
sobre el hecho de que la mayoría de descubrimientos se hicieron
cuando apenas vagaban algunos millones de personas en el planeta,
pero ahora que se cuentan por miles de millones no descubramos
prácticamente nada. Y a menudo me lo cuestiono, creo que esa
pregunta esconde una verdad trascendente.
La
ecología, la permacultura, la biología de sistemas y las redes en
general nos muestran como la clave del sistema reside en las
interconexiones, y no en los subsistemas en sí mismos. De hecho un
especialista no tiene sentido sin otros especialistas, cómo un árbol
no tiene sentido sin el bosque. Y, a pesar de todas las ventajas que
este sistema nos ha prestado, también nos ha sesgado la perspectiva.
Algo que ejemplifica esto muy
claramente, y que me ha sucedido en diversas ocasiones es el límite
de influencia. Me explico. Ante un problema hay dos posibles salidas:
evitar que se produzca u ofrecer una solución. Pues bien, a menudo
quien recibe el encargo de hacer frente a un problema es aquél
capacitado para solucionarlo, no aquél capaz de evitarlo. Esto,
unido a las maniobras del capitalismo, al cual le favorece la
circulación y el crecimiento (y algo que hace crecer mucho es
generar y solucionar problemas, también representado a veces por el
esquema: problema==> reacción==> solución) algo muy frecuente
en nuestros días. No obstante el evitar los problemas se nos ha
tornado una tarea muy ardua debido a la falta de jurisdicciones,
legislaciones y especialistas multidisciplinares. Un ejemplo: la
contaminación de aguas es problema de las depuradoras, que intentan
solucionarlo limitado por su área de influencia... Si lo
convirtiéramos en un problema real para los que contaminan, éstos
probablemente tenderían a evitarlo (para ahorrar costes, pero ese es
otro tema). ¿Por qué solucionar un problema si puede evitarse?
En resumen, la especialización
no es siempre la mejor estrategia para afrontar los problemas que
presenta nuestro nuestra nueva sociedad globalizada, o en red.
Introduce un sesgo que va acumulando un perjuicio sistemático hacia
las resoluciones de los problemas.
Infofobia
En el ámbito del
conocimiento, el saber científico está reemplazando al conocimiento
espontáneo, que es concreto, por una imagen abstracta que se
presenta en unos modelos cada vez más sofisticados. Y la
interpretación de estos modelos en términos inmediatamente
significantes ya no es ni siquiera posible. Es más, las conclusiones
que de estos modelos se extraen, son realmente aproximaciones
reduccionistas de lo que es la realidad. Que, además y sucesivamente
quedan obsoletas y son sustituidas por otros modelos. Por eso resulta
impresionante y funciona como publicidad (¿recordáis las power
balance que llevaba la ministra de Sanidad?), el próximo modelo
mejor que el anterior está a la vuelta de la esquina.
Ante esta complejidad en la interpretación la audiencia continúa como receptor pasivo. Así el exceso de información, o el esfuerzo requerido para transformar la información en conocimiento son menospreciados. En este contexto emerge la infofobia, que se manifiesta en la población de diversas maneras. Cabe resaltar la tendencia del fóbico a la información de no gustar de los hechos, y su verificación, prefiere creencias u opiniones que reafirmen su modo de entender la vida. Habitualmente polarizando las actitudes, que podríamos resumir superficialmente en dos posturas arquetípicas y opuestas: la fe ciega y la inhibición consciente.
Por un lado la fe ciega,
pongamos la de la ciencia por ejemplo, algo sobradamente conocido en
publicidad. A menudo le otorgamos el poder de “pensar” por
nosotros, suponiendo que al seguir metodología científica, el
engaño es imposible (algo a lo que los científicos se enfrentan a
diario y saben que no es cierto)... Le cedemos nuestra
responsabilidad en esa selección de las fuentes. Si es científica
vale para la mayoría, independientemente de quien hay detrás. Sin
embargo, el nombre de la ciencia ha sido pronunciado fraudulentamente
en numerosas ocasiones, de forma escandalosa; y es así porque
funciona (¿os suena el “demostrado científicamente”?).
Inhibición |
La otra actitud arquetípica de nuestro tiempo es la
inhibición, ya sea consciente o inconsciente. A veces, inhibición
en forma de ignorancia; una ignorancia supina que se regodea en una
vana complacencia (¿Telecinco?). Y otras, encarnada en el
escepticismo sistemático: anclado en la duda, escondido en la
desconfianza y vestido de una superficial incertidumbre. En suma, tan
irracional como la fe ciega, pero mucho más pedante. Y al fin una
postura tan cómoda como la aceptación ciega para no asumir
responsabilidades. Y, es que los hechos no dejan de existir aunque se
les ignore.
Lo anterior son sólo
prácticas en las que incurrimos la mayoría a diario. Una muestra
del auge de la pérdida de comprobación de las afirmaciones. A
menudo el ansia por la verdad o la necesidad de comprobar la certeza
de nuestras afirmaciones se ven superadas por las avalanchas de
información. Además, solemos consultar las mismas fuentes de
información asiduamente, sesgando nosotros mismos las
interpretaciones de la realidad. El simple hecho de preguntarse ¿es
verdad? se ha vuelto muy poco corriente, y llegamos a este punto de
la celebrada sociedad de la información, donde más información no
equivale a más conocimiento. Lo que nos presta una sociedad
infoxicada, esto es, incapacitada para el análisis eficiente de un
flujo de información elevado.
Hacia una teoría de la duda
En este contexto dudar emerge como un arma de doble filo, salvadora y amenazante a la vez .Por un lado la duda como autoindulgencia, que conlleva la actitud y conducta de no responsabilizarse de las consecuencias de aquello de lo que se duda. O la incertidumbre sistemática (de la que hablábamos en el anterior post), que también conlleva cierto distanciamiento que no conduce a nada. Dice Feynmann: “Es responsabilidad nuestra como científicos, sabedores del gran progreso que emana de una satisfactoria filosofía de la ignorancia, del gran progreso que es fruto de la libertad de pensamiento, proclamar el valor de esta libertad; enseñar que la duda no ha de ser temida, sino bienvenida y discutida, y exigir esta libertad como deber nuestro hacia todas las generaciones venideras.”
Y es que, cómo reza la máxima
cartesiana, la duda es útil como motor de conocimiento. Y la
incertidumbre genera libertad cuando es seguida por acciones para
manejarla y afrontarla, y no cuando es esclava del miedo, o la
pasividad. Y cuando lo que existe es comprobación, por favor, no lo
llamemos desconfianza, propongo llamarlo inteligencia. En otras
palabras la duda está ligada a la acción. Porque la duda tiene
vocación de medio, no de fin. Por eso en un mundo inmerso en la infoxicación, la duda que, tiende a ser sistemática, debe estar
ligada a la búsqueda de la verdad e insistencia en la misma. Lo que
Mohandas Gandhi llamaba Sattyagraha.
Así la peor forma de afrontar
las oleadas de incertidumbre que nos arrojan los océanos de
información, es la resignación. Una nave sometida a los embites
caprichosos de la incertidumbre acabará perdida. Está bien saber que
no se sabe nada, pero mejor es aún trabajar para cambiarlo, aunque
sepamos que no se consiga. Ahí reside el encanto, la duda como motor
del conocimiento, de cambio, no como complacencia de la comodidad,
como una excusa para permanecer pasivos. Sé que es difícil, consume
mucho tiempo y agota, pero ahora más que nunca se hace preciso
involucrarse. Si Shakespeare calificó a la resignación como un
suicidio, ahora esa misma resignación se ha convertido en una
suicidio colectivo. La comprobación de las afirmaciones se hace hoy
más necesaria que nunca. Ya lo dijo Buddha, y es premisa del método
científico: no creas lo que te digo, compruébalo tu mismo.
Tu artículo comprueba el porqué tan bajo nivel educativo en escuelas y universidades que se puede ver en mi país, el exceso de información, la infofobia, la resignación y la ignorancia acomodada. Me ha gustado mucho, te felicito y soy consciente de que también soy víctima de este fenómeno pero así como barco que lucha por no hundirse, lucho por no creerlo así como por no ignorarlo todo.
ResponderEliminarHola Jose Antonio,
ResponderEliminarGracias por comentar. No se me ocurre otro paso hacia la mejora, que la autocrítica constructiva.
¡Estamos en el camino!
Hola!! Gran artículo, personalmente me quedo con dos frases:
ResponderEliminar1. "A la ciencia le otorgamos el poder de “pensar” por nosotros, suponiendo que al seguir metodología científica, el engaño es imposible."
- Por lo bien que describe la realidad, mi experiencia es que mucha gente espera un sistema infalible, es difícil asumir la incertidumbre como una parte inevitable del conocimiento.
2. Y por lo indentificado que me siento con ella, de verdad resulta agotador :) "Sé que es difícil, consume mucho tiempo y agota, pero ahora más que nunca se hace preciso involucrarse"
Escribí hace poco mi opinión sobre lo poco que ayuda nuestra educación basada en la autoridad para nadar en el mundo infoxicado... si te interesa: http://juanjovalderrama.blogspot.com.es/2012/03/maleducados-para-la-infoxicacion.html
¿La duda como método en el proceso para alcanzar la verdad? ¿O la duda como el el catalizador del proceso?
ResponderEliminarRecuerdo a Asimov comparando a la ciencia con supersticiones como la fe: Básicamente, se trata que la ciencia genera más dudas de las que puede resolver, y las personas ven esto como un mal, no visualizan la belleza que hay en esto.
Hola Juanjo
ResponderEliminarBuena entrada la de tu blog
tus comentarios me halagan