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viernes, 16 de marzo de 2012

Infoxicados


Mapa mental sobre la infoxicación (fuente)

Sobredosis


Actualmente nos vemos inmersos en una corriente fortísima de información. Desde tiempos de la Ilustración, el flujo de información que recibe la sociedad ha ido aumentando exponencialmente, llegando al punto álgido con Internet y las nuevas tecnologías. Lo que resulta difícil hoy en día no es acceder a la información, si no que esta información sea honesta, objetiva y ausente de intereses ocultos. De hecho podríamos decir que nuestra sociedad sufre de sobredosis informativa.
 
Realmente hoy día, el auténtico trabajo reside en cribar lo que se lee, conocer las fuentes e investigar los inversores/lobbies implicados en esta información. Siempre hay alguien que mueve los hilos, y es importante saber quien es el titiritero.

A modo de ejemplo y a propósito de la literatura científica, existen más de 40.000 revistas; y se ha calculado que cada día se publican tantos artículos científicos que para que una persona pudiera leerlos harían falta unos diez años…. Es decir, en un año se genera tal cantidad de publicaciones científicas que para leerlas, sin comprenderlas siquiera, harían falta 3.650 años. Por no mencionar la cantidad de blogs, periódicos y otros . Supongo que ahora comprende el lector por qué digo que sufrimos una sobredosis informativa. ¿Qué consecuencias tiene?

A mi modo de ver la consecuencia más evidente de tales flujos de información es una saturación, sobre-estimulando al individuo hasta neurotizarlo hacia la infofilia y/o la infofobia. 

Infofilia


En nuestros tiempos la infofilia suele ir ligada a la especialización. Lo cual nos ha permitido extender los conocimientos de forma rápida y continua, de forma lineal; pero ha tenido sus repercusiones Y una de las consecuencias es la especialización extrema. Y es que, a veces, la especialización no es la mejor estrategia. Cuando se te incendia la cocina, no tiene mucho sentido estudiar los retardantes de llama.

La especialización ha contribuido a la acelerada compartimentalización del conocimiento, haciendo la integración de cada rama una tarea ardua. En cierto modo cuesta más cambiar de paradigma, somos conscientes de hay muchas cosas que podrían arreglarse, pero "pocos" nos implicamos en solucionarlo. Y no me extraña, la escala de tal propósito es abrumadora. Requiere de una multidisciplinariedad y transversalidad extraordinarias. Para ello nos sobran expertos, currículos monocultivados, eruditos en la materia parapetados en visiones reduccionistas, atrincherados en un campo en donde son peritos. En cambio nos faltan sabios, pensadores horizontales, gente capaz de integrar los conocimientos generados por cada rama del conocimiento. Miradas capaces de hacer una evaluación equilibrada, con respeto hacia todas la sensibilidades y visión con amplias perspectivas. Algo que pueda inspirar y ejecutar un cambio de paradigma. Es sabido que muchos de los grandes descubrimientos o nuevas disciplinas surgen de las interfícies entre especialidades, de la multidiciplinariedad. Creo haber citado anteriormente la frase de Einstein donde reflexiona sobre el hecho de que la mayoría de descubrimientos se hicieron cuando apenas vagaban algunos millones de personas en el planeta, pero ahora que se cuentan por miles de millones no descubramos prácticamente nada. Y a menudo me lo cuestiono, creo que esa pregunta esconde una verdad trascendente.

La ecología, la permacultura, la biología de sistemas y las redes en general nos muestran como la clave del sistema reside en las interconexiones, y no en los subsistemas en sí mismos. De hecho un especialista no tiene sentido sin otros especialistas, cómo un árbol no tiene sentido sin el bosque. Y, a pesar de todas las ventajas que este sistema nos ha prestado, también nos ha sesgado la perspectiva.

Algo que ejemplifica esto muy claramente, y que me ha sucedido en diversas ocasiones es el límite de influencia. Me explico. Ante un problema hay dos posibles salidas: evitar que se produzca u ofrecer una solución. Pues bien, a menudo quien recibe el encargo de hacer frente a un problema es aquél capacitado para solucionarlo, no aquél capaz de evitarlo. Esto, unido a las maniobras del capitalismo, al cual le favorece la circulación y el crecimiento (y algo que hace crecer mucho es generar y solucionar problemas, también representado a veces por el esquema: problema==> reacción==> solución) algo muy frecuente en nuestros días. No obstante el evitar los problemas se nos ha tornado una tarea muy ardua debido a la falta de jurisdicciones, legislaciones y especialistas multidisciplinares. Un ejemplo: la contaminación de aguas es problema de las depuradoras, que intentan solucionarlo limitado por su área de influencia... Si lo convirtiéramos en un problema real para los que contaminan, éstos probablemente tenderían a evitarlo (para ahorrar costes, pero ese es otro tema). ¿Por qué solucionar un problema si puede evitarse?

En resumen, la especialización no es siempre la mejor estrategia para afrontar los problemas que presenta nuestro nuestra nueva sociedad globalizada, o en red. Introduce un sesgo que va acumulando un perjuicio sistemático hacia las resoluciones de los problemas.
 

Infofobia


En el ámbito del conocimiento, el saber científico está reemplazando al conocimiento espontáneo, que es concreto, por una imagen abstracta que se presenta en unos modelos cada vez más sofisticados. Y la interpretación de estos modelos en términos inmediatamente significantes ya no es ni siquiera posible. Es más, las conclusiones que de estos modelos se extraen, son realmente aproximaciones reduccionistas de lo que es la realidad. Que, además y sucesivamente quedan obsoletas y son sustituidas por otros modelos. Por eso resulta impresionante y funciona como publicidad (¿recordáis las power balance que llevaba la ministra de Sanidad?), el próximo modelo mejor que el anterior está a la vuelta de la esquina.

Ante esta complejidad en la interpretación la audiencia continúa como receptor pasivo. Así el exceso de información, o el esfuerzo requerido para transformar la información en conocimiento son menospreciados. En este contexto emerge la infofobia, que se manifiesta en la población de diversas maneras. Cabe resaltar la tendencia del fóbico a la información de no gustar de los hechos, y su verificación, prefiere creencias u opiniones que reafirmen su modo de entender la vida. Habitualmente polarizando las actitudes, que podríamos resumir superficialmente en dos posturas arquetípicas y opuestas: la fe ciega y la inhibición consciente.

Por un lado la fe ciega, pongamos la de la ciencia por ejemplo, algo sobradamente conocido en publicidad. A menudo le otorgamos el poder de “pensar” por nosotros, suponiendo que al seguir metodología científica, el engaño es imposible (algo a lo que los científicos se enfrentan a diario y saben que no es cierto)... Le cedemos nuestra responsabilidad en esa selección de las fuentes. Si es científica vale para la mayoría, independientemente de quien hay detrás. Sin embargo, el nombre de la ciencia ha sido pronunciado fraudulentamente en numerosas ocasiones, de forma escandalosa; y es así porque funciona (¿os suena el “demostrado científicamente”?).

Inhibición
La otra actitud arquetípica de nuestro tiempo es la inhibición, ya sea consciente o inconsciente. A veces, inhibición en forma de ignorancia; una ignorancia supina que se regodea en una vana complacencia (¿Telecinco?). Y otras, encarnada en el escepticismo sistemático: anclado en la duda, escondido en la desconfianza y vestido de una superficial incertidumbre. En suma, tan irracional como la fe ciega, pero mucho más pedante. Y al fin una postura tan cómoda como la aceptación ciega para no asumir responsabilidades. Y, es que los hechos no dejan de existir aunque se les ignore.

Lo anterior son sólo prácticas en las que incurrimos la mayoría a diario. Una muestra del auge de la pérdida de comprobación de las afirmaciones. A menudo el ansia por la verdad o la necesidad de comprobar la certeza de nuestras afirmaciones se ven superadas por las avalanchas de información. Además, solemos consultar las mismas fuentes de información asiduamente, sesgando nosotros mismos las interpretaciones de la realidad. El simple hecho de preguntarse ¿es verdad? se ha vuelto muy poco corriente, y llegamos a este punto de la celebrada sociedad de la información, donde más información no equivale a más conocimiento. Lo que nos presta una sociedad infoxicada, esto es, incapacitada para el análisis eficiente de un flujo de información elevado.

Hacia una teoría de la duda


En este contexto dudar emerge como un arma de doble filo, salvadora y amenazante a la vez .Por un lado la duda como autoindulgencia, que conlleva la actitud y conducta de no responsabilizarse de las consecuencias de aquello de lo que se duda. O la incertidumbre sistemática (de la que hablábamos en el anterior post), que también conlleva cierto distanciamiento que no conduce a nada. Dice Feynmann: “Es responsabilidad nuestra como científicos, sabedores del gran progreso que emana de una satisfactoria filosofía de la ignorancia, del gran progreso que es fruto de la libertad de pensamiento, proclamar el valor de esta libertad; enseñar que la duda no ha de ser temida, sino bienvenida y discutida, y exigir esta libertad como deber nuestro hacia todas las generaciones venideras.” 
 
Y es que, cómo reza la máxima cartesiana, la duda es útil como motor de conocimiento. Y la incertidumbre genera libertad cuando es seguida por acciones para manejarla y afrontarla, y no cuando es esclava del miedo, o la pasividad. Y cuando lo que existe es comprobación, por favor, no lo llamemos desconfianza, propongo llamarlo inteligencia. En otras palabras la duda está ligada a la acción. Porque la duda tiene vocación de medio, no de fin. Por eso en un mundo inmerso en la infoxicación, la duda que, tiende a ser sistemática, debe estar ligada a la búsqueda de la verdad e insistencia en la misma. Lo que Mohandas Gandhi llamaba Sattyagraha.

Así la peor forma de afrontar las oleadas de incertidumbre que nos arrojan los océanos de información, es la resignación. Una nave sometida a los embites caprichosos de la incertidumbre acabará perdida. Está bien saber que no se sabe nada, pero mejor es aún trabajar para cambiarlo, aunque sepamos que no se consiga. Ahí reside el encanto, la duda como motor del conocimiento, de cambio, no como complacencia de la comodidad, como una excusa para permanecer pasivos. Sé que es difícil, consume mucho tiempo y agota, pero ahora más que nunca se hace preciso involucrarse. Si Shakespeare calificó a la resignación como un suicidio, ahora esa misma resignación se ha convertido en una suicidio colectivo. La comprobación de las afirmaciones se hace hoy más necesaria que nunca. Ya lo dijo Buddha, y es premisa del método científico: no creas lo que te digo, compruébalo tu mismo.

5 comentarios:

  1. Tu artículo comprueba el porqué tan bajo nivel educativo en escuelas y universidades que se puede ver en mi país, el exceso de información, la infofobia, la resignación y la ignorancia acomodada. Me ha gustado mucho, te felicito y soy consciente de que también soy víctima de este fenómeno pero así como barco que lucha por no hundirse, lucho por no creerlo así como por no ignorarlo todo.

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  2. Hola Jose Antonio,

    Gracias por comentar. No se me ocurre otro paso hacia la mejora, que la autocrítica constructiva.

    ¡Estamos en el camino!

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  3. Hola!! Gran artículo, personalmente me quedo con dos frases:

    1. "A la ciencia le otorgamos el poder de “pensar” por nosotros, suponiendo que al seguir metodología científica, el engaño es imposible."
    - Por lo bien que describe la realidad, mi experiencia es que mucha gente espera un sistema infalible, es difícil asumir la incertidumbre como una parte inevitable del conocimiento.

    2. Y por lo indentificado que me siento con ella, de verdad resulta agotador :) "Sé que es difícil, consume mucho tiempo y agota, pero ahora más que nunca se hace preciso involucrarse"

    Escribí hace poco mi opinión sobre lo poco que ayuda nuestra educación basada en la autoridad para nadar en el mundo infoxicado... si te interesa: http://juanjovalderrama.blogspot.com.es/2012/03/maleducados-para-la-infoxicacion.html

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  4. ¿La duda como método en el proceso para alcanzar la verdad? ¿O la duda como el el catalizador del proceso?

    Recuerdo a Asimov comparando a la ciencia con supersticiones como la fe: Básicamente, se trata que la ciencia genera más dudas de las que puede resolver, y las personas ven esto como un mal, no visualizan la belleza que hay en esto.

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  5. Hola Juanjo

    Buena entrada la de tu blog

    tus comentarios me halagan

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