lunes, 7 de septiembre de 2009

De cerdos, zoonosis y fábricas de carne… (1ª parte)

Se repite hasta la saciedad en los medios de información la medidas preventivas para el contagio de la Influenza de moda, la gripe A H1N1. En uno de esos medios acabo de escuchar un titular: el consumo de cerdo no origina la enfermedad que me ha hecho reflexionar y me ha impulsado a escribir. Tal afirmación es ambigua e induce, no sé si deliberadamente, a confusión: uno no se va a contagiar por consumir cerdo, cierto, pero sin embargo los niveles de consumo mundial de carne porcina, y sus métodos de producción, sí tienen que ver con la pandemia. Detrás de este asunto hay menos casualidad de la que a uno le gustaría creer, y menos transparencia de lo que cabría esperar. De hecho, hace ya unos años, después de la gripe aviar y del SARS, se esperaba una nueva pandemia, y algunos ya apuntaron a los cerdos como posible fuente.

Ya antes habían surgido variantes de influenza porcina: en 1976 en Fort Dix, EUA, y en 1988 en Wisconsin. En 1998 hubo otro brote en Carolina del Norte, a partir del cual empezaron a aparecer nuevas cepas más virulentas. Ese estado es el segundo mayor productor de cerdos en EUA, y por aquel entonces tenía una población de diez millones de cerdos. Pero aunque seis años antes sólo tenía dos millones, el número de granjas había disminuido. Eso quiere decir que se criaba a los cerdos en enormes granjas-fabrica , en condiciones de mayor hacinamiento que antes. Granjas muy tecnificadas que ofrecían criar cerdos más grandes, en menos tiempo y más baratos.

Carolina del Norte sólo refleja la tendencia dominante en los métodos de producción intensiva de cerdos en el mundo hoy en día. En 1975, había en Estados Unidos unas 660 mil granjas porcinas que producían alrededor de 69 millones de cerdos al año. La mayoría de estas granjas eran negocios familiares. Para 2004, el 90% de esas granjas había desaparecido: sólo había 69 mil granjas, pero el número de cerdos pasó a 103 millones al año. Las granjas familiares habían sido sustituidas por granjas intensivas (o para no caer en el eufemismo acuñado por ellos mismos: fábricas de carne) completamente tecnificadas que pertenecían a grandes corporaciones como Smithfield, ConAgra o ContiGroup, entre otros. En México, el país vecino, el 60% de la producción porcina proviene, hoy día, de fábricas de carne completamente tecnificadas. País donde ha aparecido la temida combinación de Influenza humana y porcina.

El hacinamiento de cerdos en las nuevas fábricas porcinas ha puesto las condiciones idoneas para una infección y transmisión muy efectiva de los agentes patógenos. Pero el hacinamiento es sólo uno de los elementos que ayudan en este caldo de cultivo. En estas granjas fábrica, a los cerdos se les inyecta antibióticos masivamente. Estos antibióticos no se suministran para curar a los cerdos ni para prevenir posibles enfermedades, sinó para que crezcan más rápido, porque son promotores de crecimiento, supuestamente matan bacterias que hacen más lento el desarrollo del animal. La constante administración de antibióticos a los cerdos termina afectándolos, debilitando su sistema inmunológico, limitando el desarrollo de bacterias benignas necesarias y haciéndolos más sensibles a distintos tipos de enfermedades. A demás, el uso indiscriminado de antibióticos para engorde ya tiene sus efectos negativos por sí mismo. Anteriormente el antibiótico usado era la vancomicina (muy importante para luchar contra Staphilococus Aureus Multiresistente o MRSA), que fue prohibida para engorde tras la masiva aparición de resistencias, y la posibilidad en el hotizonte de la combinación letal entre MSRA y la resistencia a vancomicina en un superbicho reistente a todo. Resultó que uno de los antibióticos más importantes para infecciones severas en humanos, casi queda inutilizado por su administración a cerdos para que crecieran más rápido.

Por último, y no menos importante, las fabricas de carne tienen un problema de mierda, literalmente. En la gestión de una granja familiar diversificada, los excrementos del cerdo representan un recurso de gran valor para fertilizar campos, y sus cantidades hacen del recurso algo manejable y sostenible. En cambio, las fábricas de carne, generan una cantidad inmunda de residuos muy difíciles de gestionar. Habitualmente se acumulan en charcas o piscinas al aire libre, a disposición de cualquier ave silvestre, que pueden contagiarse de cualquier enfermedad. Hasta hace poco se esparcían las heces por los campos a manguerazos o mediante aspersión (demasiadas veces mayor cantidad de la necesaria), vaporizando parte de su contenido, patógenos incluidos. Los purines son viejos conocidos aquí en Cataluña, como causantes de la contaminación de muchos acuíferos y sobrefertilización de terrenos.

La mayoría de los cerdos que se comen hoy día en los países llamados desarrollados, no han visto la luz directa del sol en sus vidas, han crecido privados de sus comportamientos naturales y a menudo han estado mutilados (i.e.: corte de orejas, rabo, limado de dientes y castración de machos). En las granjas fábrica no es difícil observar serias alteraciones del comportamiento, ya que sus vidas transcurren en salas de cemento bajo condiciones de estrés. El hacinamiento, los anitibióticos, el estrés, la acumulación de residuos y el manejo de las fábricas de carne, forman el sustrato ideal para el surgimiento y, especialmente, la transmisión de enfermedades. Si añadimos seres humanos y aves en el mismo recinto, el cóctel se torna explosivo, y la única pergunta que queda es cuándo.

Personalmente me preocupa la ausencia de información al respecto en los medios y la nula actuación en este sentido.

Ir a la segunda parte



[Actualización 28 de abril 2011] Artículo de Discovery Magazine sobre las fábricas de enfermedades 
[Actualización 16 de mayo 2012] Artículo en Nature sobre los conflictos de intereses entre agencias reguladoras e industria alimentaria. 
[Actualización 18 de  febrero 2013] Farm virus' can infect  wild animals

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