martes, 1 de noviembre de 2011

En el paroxismo de la inteligencia



Si bien son innegables el bienestar y el progreso que han traído consigo el capitalismo y la revolución industrial, hay diversos aspectos, que en la historia han aparecido innumerables veces, que podrían ser mejorados. Parece que somos más conscientes que nunca de nuestro comportamiento y efecto en el planeta, sin embargo continuamos con acciones tan irreflexivas como las de nuestro pariente más cercano, el bonobo. Quizás como dijo Huxley “la mejor lección de la historia es que nadie aprende las lecciones de la historia”.

¿Por qué no usamos el conocimiento acumulado? ¿Acaso despreciamos la experiencia ajena? ¿O, como decía en el anterior post, nos cuesta recordar las estimaciones negativas? ¿Hay intereses que median en ello?

A menudo nos comportamos creyéndonos más listos que la naturaleza, lo cual no dice mucho a favor de nuestra sabiduria… Nos ha sucedido con las plagas en los monocultivos, el amianto, las construcciones en sitios
 indebidos, las resistencias a antibióticos, la “revolución” verde con sus fertilizantes que desertizan y pesticidas tóxicos para el ser humano; e innumerables ejemplos más. Hemos sido testimonios sobradas veces de la llamada segunda ley de Orgel. “la evolución es más astuta que tu”[1]. Lo mismo nos pasa con la sociedad y la economía: las crisis económicas o el rescate a los bancos. Sí, estamos en una sociedad inteligente, quizás lista, pero ni mucho menos sabia[2]. Nuestra prisa, la falta de respeto y de humildad ha sido, no pocas veces, causante de un precipitado desequilibrio en el devenir de la naturaleza, nosotros incluidos. Lo más triste es que muchas veces uno o varios de los efectos indeseados eran previsibles o evitables. Pero una y otra vez las lección es la misma: no podemos engañar a la naturaleza, aunque sí ponernos de acuerdo con ella.Y como reza el proverbio chino, un sabio puede sentarse en hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.

Es una lástima, pero somos tan inteligentes que nos oponemos a la sabiduría. De hecho, nuestra sociedad es tan inteligente ¡¡¡que ha aprendido a resolver problemas que no existen!!! De eso trata, en gran parte, el marketing,  que en muchos casos se dedica a crear necesidades que no existen para luego suplirlas. Inventar nombres, juegos, objetos, historias, rumores o enfermedades para poder crear todo su merchandising asociado. En definitiva, encontrar oportunidades de mercado a toda costa. Y a todo coste claro, lo que resulta más penoso aún, que el marketing sea la disciplina más desarrollada de todo el planeta, y ¡la que mueve más dinero el mundo que cualquier otra actividad! Perdón, para ser exactos, es la segunda industria mundial en facturación por detrás de la armamentística. ¡Si hasta la guerra es una cuestión de marketing!

Sin embargo, la publicidad no solo influye en la locura consumista y el desastre medioambiental del modo anteriormente mencionado, sino que también contribuye a la insatisfacción generalizada y a la irresponsabilidad común. Su devoción a la felicidad y la perfección estética, no son más que eufemismos para lo que es una manipulación psicológica encubierta y la sumisión a los efectos planeados (que en definitiva es lo que busca la publicidad). De forma subliminal y continua bombardean con utopías improbables, creando una sensación de frustración, vacío y urgencia, que es lo que conduce al consumo. Construyendo así la tiranía de la imagen a la que nos vamos sometiendo, obscenamente superficial y preocupantemente contagiosa.

El producto de todo esto: un sueño inalcanzable de belleza efímera. Ideales de usar y tirar al vaivén de la moda. Pasividad e inacción engalanadas de apariencias. Y un nuevo sistema de colonización, más económico, rápido y eficaz: la colonización cultural.


Continuará...

[1]Francis Crick, uno de los descubridores del ADN, en una oportunidad le atribuyó jocosamente a su colega Leslie Orgel la “Segunad Ley de Orgel”: La evolución es más astuta que usted. Los biólogos evolucionistas con frecuencia se asombran del poder que muestra la selección natural para ‘descubrir’ soluciones ‘ingeniosas’ ante un problema de diseño simulado en un laboratorio. Lo aplico en especial a los errores de predicción en el intento del ser humano de controlar la naturaleza.

[2] En mi libre interpretación de los términos, por inteligencia me refiero a una capacidad para la comprensión y resolución de problemas, desarrollada en mayor o en menor grado, para convertirnos en seres listos, o no, que significa la preparación y diligencia en el uso de la inteligencia, que junto con la experiencia nos ayuda a acercarnos a la sabiduría, que es el grado más alto de conocimiento: en donde los problemas no se resuelven, sinó se evitan.Una de las difernecias que aprecio entre inteligencia y sabiduría es la compasión.

3 comentarios :

  1. Me gusta este post. Pero hay algo en lo que discrepo, es sólo un matiz: La naturaleza no se pone de acuerdo con nosotros poque no negocia, no pacta, no adquiere compromisos. La naturaleza es y nosotros pertenecemos. Eso es lo que hace tiempo que hemos olvidado, que somos parte de la naturaleza. Y desde allí llego a tu misma conclusión: sólo seremos sabios y sobreviviemos si utilizamos nuestra inteligencia para adaptar la sociedad a la naturaleza y evolucionar según sus reglas.

    Y tienes razón que la publicidad es nuestra mayor falacia. Me has hecho recordar un corto que vi hace tiempo. Encaja exactamente con este post porque muestra crudamente esa obscena tirania subliminal sobre la que hablas. Pero fíjate en los comentarios al corto. Mucha gente, cegada con la inercia, lo ve como un chiste, o incluso ¡¡¡como un anuncio!! No sé si tenemos remedio...
    http://youtu.be/vjGPCkcRGPU

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  2. Muy bueno el video.

    Sí, ciertamente la variable que podemos cambiar somos sonsotros, no la naturaleza, por más que insistamos. Gracias por la aclaración.

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  3. Un poco de historia de la publicidad
    http://www.youtube.com/watch?v=MLD7LmWnzrA&feature=related

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